Mujer, periodista, migrante

Fotografía de Yamlek

Mujer, periodista, migrante

La historia de Yamlek Mojica

No importaba hacia dónde, la opción era salir. El día en que su casa fue invadida fue el cierre de las constantes amenazas y ataques que la periodista Yamlek Mojica recibió en Nicaragua. Tenía 19 años y dos opciones para migrar: irse a los Estados Unidos con su papá o a Costa Rica con su entonces novio que tenía nacionalidad costarricense.  

Eligió la segunda por cercanía y por costos, pero ese país que en un inicio era su opción temporal para escapar de la crisis sociopolítica nicaragüense en 2018, se convirtió en su hogar. Llegó con poco, pero contaba con una referencia de trabajo con la que esperaba poder abrirse camino dentro del periodismo costarricense.  

Un medio regional y una redacción feminista  

Tras su paso por un par de medios nacionales, Yamlek llegó a su actual trabajo en La Voz de Guanacaste, un medio regional que se especializa en cubrir lo que sucede en esta provincia del norte de Costa Rica; pero la Voz, como popularmente se le conoce, no es solo eso: es un medio conformado mayoritariamente por mujeres (7 de las 10 personas que trabajan son mujeres), que busca amplificar las voces y cubrir las temáticas que no tienen espacio en los medios tradicionales. “Aquí se respira sororidad. Yo nunca había estado en un lugar de trabajo como este”, afirma. La pequeña redacción es sostenida gracias a la diversidad de labores que se distribuyen en su equipo que está totalmente comprometido con el periodismo responsable y de denuncia, pero particularmente con enfoque de género que busca romper estructuras machistas y patriarcales que son comunes en una zona rural.  

Aquí Yamlek tiene dos grandes funciones: es reportera enfocada en cubrir lo que sucede en Nicoya, una comunidad de Guanacaste y escribe un boletín sobre Nosara, el poblado vecino de Nicoya a 70 kilómetros de distancia. “Yo no sabía qué era Nosara, yo no sabía qué era Nicoya, con costos conocía Guanacaste”, menciona la periodista al recordar su llegada a esta provincia. Ser mujer migrante y llegar a trabajar a un medio como la Voz fue un reto, aunque no demasiado diferente al que vivieron el resto de periodistas que trabajan en esta redacción. Ellas y ellos provienen en su mayoría de otras partes de Costa Rica y su incorporación a este medio local significó conectarse con la realidad guanacasteca que suele ser desconocida para quienes viven lejos del pacífico norte costarricense.  

 

Yamlek y la migración 

Como Guanacaste es una provincia fronteriza, su población convive más de cerca con la migración que en el área metropolitana del país. Sin embargo, esta migración está marcada por grandes contrastes que Yamlek señala tan evidentes que se pueden observar a simple vista: “una va a caminando por Nosara y ve a las personas en las construcciones que son nicaragüenses trabajando en un proyecto que es propiedad de otro migrante, pero de ‘otra categoría’ (…) Un migrante al que a ni siquiera le damos esa etiqueta porque a ellos nos referimos de otra manera”.  

Y es que esta reflexión lleva a hacer un repaso de la realidad socioeconómica de Guanacaste, en donde por un lado hay grandes proyectos turísticos y casas de lujo que son propiedad de personas europeas o estadounidenses, pero por el otro recibe una gran cantidad de migración nicaragüense que sostiene un gran sector de la economía del país al ocuparse en labores agrícolas y de servicio, pero cuyo aporte es poco visibilizado. 

Yamlek cuenta que ella prácticamente no sufre discriminación actualmente, pero reflexiona de que su caso es una excepción porque no se ve nicaragüense: “yo mido 1.70, se podría decir que soy blanca, no tengo acento y además soy profesional", lo cual va ‘en contra’ del estereotipo de persona de Nicaragua que llega a Costa Rica, pero no siempre fue así. Los primeros años en la capital fueron diferentes: los retos para realizar los trámites migratorios, el trato de otras personas, el estar lejos de casa, de su familia y de sus amistades, además de la incertidumbre de estar sola en un país y no saber si iba a tener algo qué comer al día siguiente o si iba a tener dónde dormir esa noche... “Estaba recién llegada y además yo era otra persona”. 

 

Guanacaste es una de las provincias que comparte la frontera con Nicaragua, al norte de Costa Rica. 

 

El significado de migrar 

Ahora su vida es más estable, pero la decisión de haber migrado ha traído situaciones a su vida que la acompañan hasta el día de hoy, principalmente a nivel emocional. Al respecto, Yamlek reflexiona de los retos que viven quienes han decidido meter su vida dentro de una maleta y empezar desde cero: “los migrantes no viviríamos esto si estuviéramos en nuestros países... Además, mucha gente te receta ‘hacer amigos nuevos’, pero no debería si yo tengo los míos. Yo construí mis relaciones en otro lado, en otro país entonces es como injusto olvidarme de ellos, olvidarme de la vida que yo tenía y tener que hacer una nueva como si nada”. 

En este sentido, la pandemia por COVID-19 ha sido una ‘alidada’ para Yamlek, pues el distanciamiento social y la virtualidad la han hecho sentir en una situación similar que sus personas cercanas aquí en Costa Rica. “Todos, de igual manera estamos a un clic de distancia sin importar en dónde nos encontramos. Ya no me tienen que actualizar mis reuniones de amigas porque se ven por videollamada”.  

Sin embargo, a pesar de los retos profesionales y personales que ella enfrentó gracias a la COVID-19, en sus palabras no es lo peor que le ha sucedido en los últimos 3 años desde que dejó su país de origen. La resiliencia ha sido su principal aprendizaje, pues la ha hecho salir adelante sola de situaciones que ni siquiera imaginaba. “Creo que hay cosas de las que siento que no voy a ser capaz, pero al final uno florece” y ese crecimiento se evidencia en su trabajo como mujer, migrante y periodista. 

Si te interesa conocer más sobre el trabajo de Yamlek Mojica, podés hacer click aquí 

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